Casi toda la iglesia cristiana primitiva consideraba que esta epístola fue dirigida a la iglesia de Efeso. Todos los manuscritos conocidos, sin excepción, llevan el título: "a los efesios". Sin embargo, las palabras griegas en EfesÇ, "en Efeso" (cap 1: 1), no se registran en los Códices Vaticano y Sinaítico, dos de los manuscritos más antiguos y autorizados, ni en el Chester Beatty MS P46 papiro manuscrito aún más antiguo. Basilio dijo en el siglo IV que él vio manuscritos antiguos en los cuales las palabras en Efeso estaban omitidas (Contra Eunomio ii. 19). Declaraciones de Orígenes (Comentario) y Tertuliano (Contra Marción v. 17) confirman esta idea; por lo tanto, es claro que en el siglo II existían algunos manuscritos en los cuales no figuraban las palabras en cuestión.
La ausencia de saludos personales en la epístola es un hecho significativo y más aún cuando se recuerda que sin duda Pablo debe haber ganado muchos amigos durante sus tres años de fructífero ministerio en la ciudad de Efeso. Además, la epístola presenta doctrinas aplicables a la iglesia universal.
Hay tres soluciones que comúnmente se sugieren para resolver este problema:
a. La epístola en realidad fue dirigida a la iglesia de Laodicea (cf. Col. 4: 16).
b. Esta epístola originalmente fue una carta circular dirigida a las iglesias de Asia.
c. La epístola fue dirigida a los efesios.
Una respuesta satisfactoria parece surgir de la combinación de las explicaciones b y c. Bien podría ser que esta carta fuera enviada a la iglesia de Efeso, metrópoli del proconsulado de Asia, con la intención de que después fuera enviada a otras iglesias de esa zona. Esto explicaría la tradición que incluye a la iglesia de Efeso como la destinataria de la epístola y también explica por qué existieron copias muy antiguas del libro que no incluían las palabras en EfesÇ, las cuales pudieron haber sido copias del manuscrito original que circularon entre las iglesias vecinas. De todas maneras, esta epístola indudablemente fue leída por los creyentes de Efeso y quizá también por otros en la provincia de Asia.
2. Autor.
La paternidad literaria paulina de la epístola no fue puesta en duda durante siglos; pero a partir del siglo pasado muchos eruditos modernos llegaron a la conclusión de que la epístola no era paulina, o que cuando mucho lo era sólo parcialmente. Se sugería que se trataba nada más que de una paráfrasis de la Epístola 992 a los Colosenses, y que ciertas expresiones Indicaban que el autor nunca había estado en Efeso (Efe. 3: 2-3; 4: 21). Se destacaba el hecho de la ausencia de saludos personales para los miembros de la iglesia de Efeso, donde Pablo había trabajado durante unos tres años (Hech. 20:31). Se afirmaba que el estilo, sentido y propósito de la epístola no eran paulinos, y hasta se sugería que ningún hombre encarcelado podría haber escrito una carta tan animadora.
Desde el mismo comienzo del proceso de separación de los libros apócrifos de los genuinos, la Epístola a los Efesios fue colocada en el canon del Nuevo Testamento. Existe una abrumadora evidencia externa que confirma el derecho a esa afirmación. Tal posición fue evidentemente conocida por Clemente Romano (c. 90 d. C.), y fue confirmada por el testimonio de Ignacio y Policarpo a comienzos del siglo II. Pablo es mencionado por nombre como el autor de la epístola en el Fragmento Muratoriano, y más tarde por Ireneo (c. 185 d. C.), Clemente de Alejandría (c. 190 -195 d. C.), Tertuliano (c. 207 d. C.), y muchos otros escritores antiguos. Este Comentario considera al apóstol Pablo como el autor de la epístola.
3. Marco histórico.
Después de apelar a César haciendo uso de sus derechos como ciudadano romano, Pablo fue enviado a Roma donde probablemente llegó durante la primavera del año 61 d. C. Allí estuvo preso dos años; por lo tanto, es probable que esta epístola fuera escrita por el año 62 d. C.
Mientras estaba preso aparentemente disfrutó de ciertas libertades (cf. Efe. 6: 19; Col. 4: 3-1 l), las que le dieron la oportunidad de reflexionar y escribir. El apóstol aprovechó esta situación y envió muchas instrucciones doctrinales y prácticas a las iglesias de Asia. Parece que las epístolas a los Efesios, a los Colosenses y a Filemón fueron escritas más o menos en ese mismo tiempo, porque Tíquico fue no sólo el portador de las cartas a los Efesios y Colosenses, sino también compañero de viaje de Onésimo, el que llevó la carta a Filemón (Efe. 6: 21; Col. 4: 7-9; File. 12; cf Hap 364). Por lo tanto, Efesios sería una de las cuatro cartas que Pablo escribió durante su primer encarcelamiento. Filipenses, escrita también durante ese mismo período, quizá fue la cuarta epístola (pp. 108-109).
Se ha sugerido que Efesios pudo haber sido escrita durante el encarcelamiento del apóstol en Cesarea; sin embargo, la evidencia en favor de Roma es mucho mayor. Es indudable que el apóstol estaba preso cuando escribió esta epístola (cap. 3: 1; 4: l); pero las circunstancias de su condición de preso en Roma parecen haber sido más favorables para que escribiera sus epístolas (Hech. 28: 16, 20). Mientras el apóstol estaba preso en Roma esperaba una rápida liberación (File. 22); pero no hay indicación alguna de que hubiera acariciado una esperanza similar en Cesarea. El apóstol había anhelado durante mucho tiempo visitar a Roma (Rom. 15: 23-24), y después de haber llegado allí se propuso ir a Colosas (File. 22); sin embargo, nunca parece que tuvo la intención de viajar de Cesarea a Colosas.
Pablo escribió esta epístola en tiempos y circunstancias que prepararon un ambiente especial para su mensaje. El sanguinario Nerón era emperador; abundaban el libertinaje, la vida fastuosa y los asesinatos. Por ejemplo, se registra que cuando el senador romano L. Pedanio Secundo fue asesinado por un esclavo, aproximadamente 400 esclavos de su propiedad fueron condenados a muerte como castigo, según el procedimiento legal de la época. Alrededor del año cuando se escribió la epístola (62 d. C.), tuvo lugar en las islas británicas el levantamiento de Boadicea (o Baodicea),* donde, según se afirma, "más de 70.000" Romanos perecieron junto con muchos miles de rebeldes. En ambiente semejante y como resultado de una profunda reflexión e inspiración, el apóstol produjo una de sus más nobles declaraciones respecto a la fe como el único medio para que el hombre recobre la paz y se reencuentre consigo mismo. La Epístola a los Efesios ha sido llamada "los Alpes del Nuevo Testamento", y
se destaca en medio de las cumbres de las nueve epístolas paulinas escritas a siete iglesias.
4. Tema.
El tema de Efesios es la unidad en Cristo. Pablo escribe a una iglesia (o iglesias) formada por judíos y gentiles, asiáticos y europeos, esclavos y libres, representantes todos de un mundo resquebrajado que debía ser restaurado a la unidad en Cristo. Esto implicaba la unidad de persona, familia, iglesia y raza. La restauración de la unidad individual en la vida de cada creyente asegura la unidad del universo de Dios. El tema de la unidad se presenta explícita e implícitamente a través de toda la epístola.
El apóstol anuncia su tema en un tono de exaltación espiritual, y exhorta a todos a alcanzar la más alta norma de carácter y conducta para lograr la unidad no sólo en doctrina y organización, sino en Cristo, la Cabeza, y en la iglesia, su cuerpo místico. Aunque "en Cristo" es la frase clave, es difícil elegir un versículo específico, porque casi no hay pasaje que no presente de una u otra manera este tema básico. Elección, perdón, predestinación, relaciones en el hogar: todo es "en Cristo".
El apóstol dice menos acerca de la fe que acerca de la gracia. En sus escritos anteriores destaca la relación del individuo con la salvación; aquí pone de relieve al grupo, la iglesia, el cuerpo, y habla de estar "en Cristo" en vez de ocuparse de cosas alcanzadas "mediante Cristo"; de Cristo viviendo en el creyente en vez de Cristo crucificado.
Pablo no desarrolla su tema como un argumento o proposición formal. Trata simplemente de lo que le fue dado a él en revelación, no a causa de poseer un intelecto superior o perspicacia mayor, sino porque era un instrumento de la gracia de Dios a quien le fue conferida una visión de la unidad esencialmente espiritual del reino.
Se puede afirmar que lo que Romanos y Gálatas fueron para el siglo XVI y la Reforma protestante, Efesios lo es para la iglesia de hoy. ¿Qué puede decir el cristianismo respecto a las relaciones del individuo con la familia, de la familia con la nación, de la nación con la raza, y de todos con la iglesia y con Dios. Pablo contesta presentando a Cristo como el centro y fin de todas las cosas, como quien cumple sus propósitos mediante la iglesia, como quien reúne "todas las cosas en Cristo" (cap. 1: 10).
La adquisición de una unidad que conserve la libertad del individuo, de unidad sin rígida uniformidad, es nuestra más urgente necesidad ahora. Al apóstol se le dio una revelación que ofrece la única solución a un problema de gran importancia para todo hombre de bien.