Primera Epístola Universal del Apóstol
San Juan

1. Título.

En los manuscritos griegos más antiguos el título de esta epístola es sencillamente IÇánnou A, literalmente: "De Juan, I"; es decir, la primera (epístola) de Juan.  No se sabe si ésta fue la  primera epístola pastoral que Juan escribió, pero sí es la primera de las que han sido conservadas por la iglesia cristiana.

2. Autor.

Juan no se identifica en ninguna de las epístolas del NT que se le atribuyen; sin embargo hay una similitud tan grande entre la primera epístola y el Evangelio de Juan, que la mayoría de los eruditos aceptan que el autor de ambos es el mismo.  Si aceptamos que el cuarto Evangelio fue escrito por el discípulo amado (Juan 21:20-24), identificado como el apóstol Juan, uno de los hijos de Zebedeo (ver t. V, pp. 869-870), tenemos razones válidas para afirmar que también es el autor de la primera epístola que lleva el nombre de Juan.  Una relación similar une la primera epístola con la segunda, y la segunda con la tercera.

Algunas de las similitudes notables entre esta epístola y el Evangelio, son las siguientes:

La Epístola

"Para que vuestro gozo sea cumplido" (1: 4).

Abogado [paracleto] tenemos" (2: 1).

"Sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos" (2: 3).

"Os escribo un mandamiento nuevo" (2: 8).

"La luz verdadera ya alumbra" (2: 8).

"No sabe a dónde va" (2: 11).

"Permanece para siempre" (2: 17).

"Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre" (2: 23).

"La unción misma os enseña todas las cosas"(2: 27)

"Que nos amemos unos a otros" (3: 11).

"Hemos pasado de muerte a vida" (3: 14).

"Hacemos las cosas que son agradables delante de él" (3: 22).

"El espíritu de verdad" (4: 6).

"Dios envió a su Hijo unigénito" (4: 9).

"Esta vida está en su Hijo" (5: 11).

El Evangelio

"Para que vuestro gozo sea cumplido" (16: 24).

"Os dará otro Consolador [paracleto]" (14: 16).

"Si me amáis, guardad mis mandamientos" (14: 15).

"Un mandamiento nuevo os doy" (13: 34).

"Aquella luz verdadera, que alumbra" (1: 9).

"No sabe a dónde va" (12: 35).

"Queda para siempre" (8: 35).

"El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece" (15: 23).

"El os enseñará todas las cosas" (14: 26). 642

"Que nos amemos unos a otros" (3: 11)

"Hemos pasado de muerte a vida" (3: 14).

"Hacemos las cosas que son agradables delante de Dios" (3: 22)

"El Espíritu de verdad" (4: 6).

"Dios envió a su Hijo unigénito" (4: 9)

"Esta vida está en su Hijo" (5: 11)

"Que os améis unos a otros" (15: 12).

"Ha pasodo de muerte a vida" (5: 24)

"Yo hago siempre lo que le agrada" (8: 29)

"El espíritu de verdad" (14:17)

"Ha dado a su Hijo unigénito" (3:16)

"En él estaba la vida" (1: 4).

Los paralelismos del lenguaje y la sintaxis del texto griego con frecuencia son más impresionantes que en nuestro idioma; pero la lista que se ha presentado da un buen ejemplo de dichas similitudes.

Además de los paralelismos hay muchas otras similitudes que fácilmente se perciben entre la epístola y el Evangelio.  Ambos comienzan en forma súbita, sin ninguna introducción propia de la forma epistolar.  La epístola empieza con "Lo que era desde el principio... [el] Verbo de vida"; el Evangelio, con "En el principio era el Verbo".  Hay un gran parecido en estilo, vocabulario,
sintaxis, uso de preposiciones, construcción gramatical y diversas antítesis como tinieblas y luz, muerte y vida, odio y amor, que son típicamente características de Juan.  La diferencia en propósito y dimensión de los dos libros admite una gran divergencia, pero el tema de ambos es tan similar, que la epístola podría servir como un resumen de los temas sobresalientes del
Evangelio.

No se deben pasar por alto las diferencias que existen entre los dos escritos, pero pueden explicarse teniendo en cuenta diversos factores: diferentes propósitos, fechas de redacción, el envejecimiento del autor y las diferencias naturales que existen en las obras conocidas que han sido fruto de la misma pluma.  La epístola parece haber sido escrita espontáneamente como una carta pastoral, mientras que el Evangelio se ve claramente que es el producto de una larga y profunda meditación acerca de la encarnación del Verbo de Dios.  En otras palabras: se ve que el propósito de la epístola es limitado, entre tanto que el del Evangelio es amplio, abarcante; pero un hilo común corre a través de ambos libros, lo que puede advertir hasta un lector inexperto.

A pesar de todo, la opinión de los eruditos aún se halla dividida en cuanto a la paternidad literaria de 1 Juan.  Algo de la insistencia en no aceptar al apóstol Juan como autor de la epístola quizá se deba a un subconsciente hábito de dudar.  El cristiano sensato puede decir con justicia que tiene una base adecuada para afirmar que el autor de esta epístola es Juan el discípulo amado.

En cuanto a este tema puede verse el trabajo de A. P. Salmon, "Some Aspects of the Grammatical Style of 1 John", journal of Biblical Literature, LXXIV, parte 11, junio, 1955.

3. Marco histórico.

En la epístola no hay ninguna referencia específica al autor, a las personas a las cuales fue dirigida la carta, al lugar desde el cual fue escrita, o al tiempo cuando se escribió, por lo tanto, las conclusiones relativas a su marco histórico tienen que deducirse de la evidencia interna.  Esa evidencia debe unirse estrechamente con las conclusiones aceptadas acerca del autor y la fecha del cuarto Evangelio.  Este Comentario acepta que Juan es el autor del Evangelio y también de esta epístola, y por tal razón la pregunta más importante es la siguiente: ¿Cuál de los dos se escribió primero, el Evangelio o la epístola?  No es posible dar una respuesta definitiva, y la opinión de los eruditos se ha inclinado en una u otra dirección; pero es 643 difícil negar que la epístola presupone el conocimiento que ya tenían los cristianos del Evangelio de Juan, y que se apoya en él.  Si se le da su debido valor a este argumento, entonces parece que la epístola fue escrita después que el Evangelio y hasta podría pensarse que fue un apéndice de él.  Además, es fácil reconocer que antes de registrar por escrito sus recuerdos y profundas meditaciones, el apóstol tuvo que haber pensado mucho en cuanto al contenido de su Evangelio y haberlo enseñado a su grey.  Por eso es posible que la epístola sea anterior al Evangelio.  Por éstas y otras consideraciones más técnicas no es posible que por la evidencia interna se llegue a. una conclusión firme en cuanto a las fechas de la escritura de ambos libros.

Pero lo que sí es claro es que la epístola fue escrita por un anciano al que le parecía apropiado dirigirse a sus conversos como a "hijitos",(cap. 2:1, 12, 18, 28; 3:7, 18; 4:4; 5:21).  No se dice a quiénes se dirigió la carta, pero es obvio que fue enviada a un grupo conocido de cristianos con los cuales tenía trato personal el reverenciado autor.  Todavía no se ha presentado ninguna
razón concluyen e para rechazar la tradición, ampliamente aceptada, de que Juan la escribió en su ancianidad para los creyentes de Efeso, o de Asia Menor, donde él había ejercido su ministerio.  La fecha cuando se escribió podría ubicarse entre el año 90 y el 95 d. C. (ver t. V, p. 870; t. VI, pp. 37-38).

Hay evidencias de que la epístola existía a comienzos del siglo II.  Policarpo, que tiene fama de haber conocido personalmente a varios de los apóstoles, emplea palabras que. se parecen marcho a 1 Juan 4:3 (Epístola de, Policarpo a los filipenses VII , c. 115 d. C.); y Eusebio afirma: "Entre los escritos de Juan, además del Evangelio, es admitida sin controversia alguna su primera epístola, tanto por los más recientes cuanto por todos los antiguos" (Historia eclesiástica III. 24 [Buenos Aires: Editorial Nova], p. 131).  Ireneo (c. 200 d. C.) identifica varios versículos que cita como procedentes de la primera y la segunda epístolas de Juan (Ireneo, Contra herejías III. 16. 5, 8); y el Fragmento Muratoriano (c. 170 d. C.; ver t. V, p. 128) no sólo incluye en su canon la primera epístola y la segunda, sino que las atribuye al apóstol Juan.  Por lo tanto, es evidente que la primera epístola fue reconocida como legítima desde muy antiguo y su lugar en el canon está firmemente afianzado.

4. Tema.

El propósito principal de la epístola es pastoral.  Juan escribe con amor a sus hijos espirituales para que puedan estar mejor preparados para vivir la vida cristiano.  El amor es la nota dominante de la carta.  El marco es una exhortación sencilla aunque profundamente espiritual.  Dios es amor (cap. 4: S); el amor viene de Dios (vers. 7); Dios nos amó y envió a su Hijo; por lo
tanto, debiéramos amarnos mutuamente (vers. 10- 11).  Pero esos elevados temas se proyectan dentro de un marco de oposición, lo que da a la epístola un propósito tanto polémico como pastoral.

Es claro que algunas herejías habían perturbado a la iglesia, y que algunos falsos maestros dentro de ella habían tratado de pervertir la fe (cap. 2:18-19).  Aunque habían dejado la iglesia, su influencia perduraba y continuamente amenazaba con perjudicarla. Juan escribe para contrarrestar ese peligro, para afianzar a los miembros en las doctrinas cristianas esenciales y
para hacer que la verdad sea tan atrayente que los seguidores de Cristo no sean seducidos por el error.

La herejía básica contra la cual lucha Juan ha sido identificada como una especie de  protognosticismo, que enseñaba un conocimiento (gnÇsis) falso (ver t. V, pp. 870-871; t. VI, pp. 56-60).  Por el énfasis que se le da en la epístola, parece que la oposición provenía de dos principales formas de gnosticismo: el docetismo y la enseñanza de Cerinto.  La herejía de ambos se refería a la naturaleza de Cristo.  El docetismo negaba la realidad de la encarnación y enseñaba que Cristo tenía un cuerpo humano sólo en apariencia (ver t. V, pp. 889-891; t. VI, p. 59).  La segunda herejía se 644 originó en Cerinto, uno de los contemporáneos de Juan, quien se educó en Egipto y luego enseñó en el Asia Menor y propagó enseñanzas judaizantes.  Cerinto enseñaba que Jesús había nacido en forma natural de José y María, y Cristo entró en el cuerpo de Jesús en ocasión de su bautismo, pero que se retiró o salió antes de la crucifixión (ver t. VI, pp. 37, 58).  Los originadores y paladines de esas herejías son gráficamente descritos por Juan como "anticristos" (cap. 2:18, 22; 4:3) y "falsos profetas" (cap. 4: 1). Para combatir esos errores, Juan destaca la realidad de la naturaleza humana y visible de Cristo durante la encarnación (cap. 1: 1-3), que el Salvador vino en la carne (cap. 4:2) y que los creyentes pueden disfrutar de ese verdadero conocimiento (cap. 5:20) como opuesto a la falsa gnosis.

Estas controversias antiguas tienen un gran significado en nuestro tiempo, pues se sigue cuestionando la divinidad de Cristo.  Un estudio de esta epístola encauzará la mente del lector a la verdad de la encarnación y permitirá que capte una elevada visión del Hijo de Dios, quien fue enviado para ser la propiciación por los pecados de todo el mundo.

 

 

 
       
 
   
       
 
   
       
       
       
       
       
       
       
       
       
       
       
   
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12/03/2024
11:43 am