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El suicidio: Lo que debes saber
Judy Cushman
Ultimamente Cintia ha estado actuando de una manera extraña. Se trata de una estudiante japonesa muy dedicada a sus estudios. Está en su segundo año de medicina. A veces es difícil saber si está estudiando medicina con el propósito de satisfacer a sus padres o porque ella lo quiere. Sus padres han hecho planes para y por ella durante toda su vida. Incluso han seleccionado a su futuro esposo. Las expectativas que tienen para ella son muy altas. Y Cintia no se atreve a desilusionarlos. El último trimestre fue una estudiante promedio en sus clases, pero este trimestre los problemas se han multiplicado. De hecho, la semana pasada no aprobó un examen de química muy importante. Como si esto fuera poco, recibió una carta de su novio en la que le dice que ha encontrado a otra mujer, pues no podía esperar a que ella terminara su carrera de medicina. Pareciera que Cintia ha perdido el interés por todo. Su conducta es errática. Casi no duerme y come poco. Hasta ahora había sido una persona feliz y vigorosa, pero de repente se volcó totalmente hacia su interior. Evita a sus amigos y dice que todo sería mejor si ella no existiera. Pero no quiere hablar de lo que verdaderamente la atormenta. Anoche me dio su vestido favorito y me dijo que ya no lo necesitará más. Cintia tiene algunos problemas y está dando señales de advertencia, señales que bien pueden conducir al suicidio, que es la salida infame de escape a la cual acuden algunas personas que tienen problemas.
Una tragedia global
El suicidio es una de las grandes tragedias de la vida. Desde los casos bíblicos de Saúl y Judas hasta los registrados en los periódicos de hoy, “el suicidio es un fenómeno que aparece en todo nivel socio-económico, en grupos de todas las edades, en todos los niveles de educación, en todos los grupos profesionales, en todas las religiones y en ambos sexos”.1
El suicidio es un problema global creciente. En los Estados Unidos, la tasa de suicidios aumentó en 202 por ciento entre 1950 y 1990, en el grupo de personas de entre 15 y 24 años de edad. En el Japón y en Dinamarca se suicidan uno de cada tres hombres y una de cada cuatro mujeres de entre 25 y 34 años de edad. La provincia canadiense de Quebec ha tenido entre 1961 y 1981, un aumento de 800 por ciento de suicidios en el grupo de 15 y 24 años de edad. Finlandia tiene el promedio de suicidios más elevado de Europa.
Un estudio realizado en 1977 reveló que hay entre 50 y 60 intentos de suicidio por cada suicidio consumado. Entre los estudiantes “un porcentaje igual de hombres como de mujeres contemplan la posibilidad de suicidio, y en promedio con el mismo nivel de intensidad”.2
El por qué del suicidio
¿Por qué se suicida la gente? ¿Se debe este fenómeno a que la persona tiene tendencias suicidas, a la sociedad, o a una combinación de ambas, es decir, del individuo y del ambiente? En lo que concierne al individuo, a menudo la gestación del problema está en su lucha por alcanzar una meta elevada y el fracaso experimentado al no poder lograrla. “En el núcleo de la personalidad de un individuo con tendencia suicida, existe una exigencia perfeccionista abigarrada, consumida por el criticismo, la minoración, la melindrería, y una tiranía contra sí mismo que menoscaban cualquier dimensión alcanzada, aun si fuera un acto de comportamiento minúsculo. El perfeccionista no deja una sola piedra sin remover con el objeto de presentar una imagen desfavorable de sí mismo”.3
La depresión y la ira son otras causas comunes del suicidio. No se ha hecho mucha investigación en cuanto a la relación entre la ira y el suicidio, pero pareciera que la ira fuera un factor significativo. “La persona suicida guarda sentimientos de ira con la misma avidez con que otros individuos coleccionan estampillas. Generalmente, ya que estos individuos nunca pelean con otros (o por lo menos esperan hasta unos pocos días antes del atentado), terminan peleándose consigo mismos”.4
Los antecedentes familiares desempeñan un papel vital en el sucumbir o vencer las tendencias suicidas. Entre los estudiantes universitarios que han contemplado el suicidio, o lo han intentado, o que han llegado a consumarlo, “una característica común entre ellos es un ambiente familiar quebrado y caótico, (familias que han experimentado el divorcio, la separación, la muerte de uno de los padres o que se han vuelto a casar, o han tenido un padre o una madre solteros)”.5 Las presiones para desempeñarse bien en los estudios y el fracaso en el amor también juegan un papel muy importante en la conducta suicida entre los estudiantes. “Más del 90 por ciento de los estudiantes que han intentado suicidarse han vivenciado el fracaso en el trabajo o en la escuela. El problema más común que le sigue en orden a los otros dos mencionados anteriormente es la dificultad de mantener una relación amorosa”.6 La falta de apoyo social es otra explicación para la alta incidencia de suicidios entre los estudiantes universitarios. El apoyo social que proviene de la familia, de los amigos, de los compañeros de trabajo, vecinos y miembros de la misma iglesia, “promueve la salud mental y dispersa el estrés sicológico”.7
El suicidio y la cultura
Los estudios demuestran que las actitudes hacia el suicidio varían con la cultura. Aunque tanto los estudiantes australianos como los de Singapur piensan que el suicidio no es una conducta aceptable, los australianos son más dados a aceptar el suicidio mientras que los de Singapur acuden a éste como una fórmula para la solución de los problemas.8 A la pregunta de si ellos sentirían vergüenza si un miembro de su familia cometiera suicidio, el 21 por ciento de los estudiantes neozelandeses y el 53 por ciento de los norteamericanos respondieron afirmativamente. Aunque ambos grupos consideran que casi todo el mundo ha pensado en alguna ocasión en el suicidio, los estudiantes de Nueva Zelanda tienden a “experimentar pensamientos obsesivos sobre el génesis de un tema suicida en menor extensión que los estudiantes universitarios de los Estados Unidos”.9 En el Japón, el suicidio es históricamente aceptable como un acto de honor y aparece como un fenómeno cultural visible y más aceptable que en los Estados Unidos.10 En la India, aunque los intentos de suicidio han aumentado, el porcentaje de suicidios durante el siglo pasado se ha mantenido constante. Una de las causas comunes de suicidio en la India está relacionada con el fracaso en los exámenes.11
Los países árabes y latinoamericanos tienen una rata de suicidio relativamente baja, posiblemente debido a sus fuertes creencias religiosas y a sus estrechos lazos familiares. Los estudios han demostrado que la religión tiene un impacto directo sobre la tentación que una persona experimenta para cometer suicidio. La fe en algo, especialmente en Dios, le da a la gente esa fuerza extra necesaria para dominar el estrés. Al mismo tiempo “estar demasiado sumergido en la vida religiosa (como en el caso de los cultos sectarios) lo sujeta a uno a la regulación excesiva y por lo tanto es más propenso a cometer el suicidio fatalista”.12 Esto tiene una implicación significante para el adventismo. Mientras que nuestra fuerte fe en la religión puede protegernos de las presiones del estrés, las tendencias hacia el legalismo y el perfeccionismo pueden ser la causa de que se produzca un colapso. La solución está en encontrar el balance, como Elena White nos amonesta en sus escritos. Aunque Cristo puede y debiera formar parte de cada aspecto de nuestra vida, la lealtad a Cristo y las prácticas religiosas no siempre significan lo mismo.
La prevención contra el suicidio
Al preguntárseles en un estudio a los estudiantes universitarios si estaban dispuestos a ofrecer ayuda preventiva a sus compañeros propensos al suicidio, siempre respondieron afirmativamente, pero expresaron que no sabían cómo hacerlo. Como entre el 20 al 60 por ciento de los universitarios tienen tendencias suicidas, la administración de las universidades debería desempeñar un papel más relevante en lo que respecta a este problema. Serían de gran ayuda preventiva los cursos o seminarios sobre la muerte y la prevención del suicidio, el que los profesores muestren más interés en la vida social del estudiantado, el prestar más atención a la consejería y recomendarla, y una mejor comunicación entre los estudiantes, el personal docente y con el personal de apoyo.
Si tú te enteras que un amigo o conocido que está considerando el suicidio como solución final a sus problemas, te sugiero que inmediatamente tomes los siguientes pasos para ayudarlo: 13
- Pregúntale si tiene tendencias suicidas.
- Trata de que te hable acerca de sus planes.
- Trata de eliminar el medio disponible para la consumación del suicidio.
- Anímalo a que se ponga en contacto con una agencia o un centro de prevención contra el suicidio. Provéele los números de teléfono para casos críticos.
- Procura que te haga una declaración verbal o firme un contrato escrito, en el cual se comprometa a no intentar suicidarse sin darte aviso previo.
- Si te fuera posible, trata de solucionar el problema causante del ánimo suicida.
- Permanece con la persona suicida o haz arreglos para que alguien la acompañe hasta que la crisis desaparezca.
- Anímalo a buscar orientación profesional y ofrécele acompañarlo.
Los cristianos y el suicidio
¿Cuál debe ser la actitud de los cristianos en relación con el suicidio? Las Escrituras relatan dos casos de suicidio, y en ambos casos se trataba de hombres en posiciones de liderazgo. El primero es el del rey Saúl. Saúl se había ido alejando lentamente de Dios. En 1 Samuel 31, se relata cómo se encontraba observando con horror que Israel perdía una batalla vital. Tres de sus hijos yacían muertos. Saúl había sido herido y sabía que no tenía escapatoria. Entonces le pidió a su escudero que lo matara, pero éste se rehusó a hacerlo, por lo cual Saúl escogió quitarse la vida cayendo sobre su propia espada para escapar de ser capturado por el enemigo. Aparentemente, el suicidarse era más honorable que la cautividad. Elena White comenta: “Así pereció el primer rey de Israel cargando su alma con la culpa del suicidio. Su vida había fracasado y cayó sin honor y desesperado, porque había opuesto su perversa voluntad a la de Dios”.14
El otro caso mencionado en la Biblia fue el de Judas. Jesús le advirtió a Judas de que estaba buscándose problemas (Mateo 26:23-25), pero Judas creía que estaba obrando correctamente al traicionar a Jesús. Sólo cuando vio que sus planes estaban fracasando (Mateo 27:3-5) comprendió que su vida era demasiado vergonzosa para continuar viviendo. Elena White dice que “Judas sintió que no podía vivir para ver a Jesús crucificado, y, desesperado, salió y se ahorcó.15 Jesús sabía lo que Judas estaba planeando, y aún así él “no pronunció una sola palabra de condenación. Miró compasivamente a Judas y dijo: ‘Para esta hora he venido al mundo’”.16 Si Jesús, quien conoce los corazones de los hombres, continúa obrando en favor de la gente sin condenarla, ¿actuaremos nosotros en una forma diferente? Elena White menciona que Pilato también cometió suicidio. “Antes que arriesgarse a perder su puesto entregó a Jesús para que fuese crucificado, pero a pesar de sus precauciones aquello mismo que temía le aconteció después. Fue despojado de sus honores, fue derribado de su alto cargo y, atormentado por el remordimiento y el orgullo herido, poco después de la crucifixión se quitó la vida”.17 De estos casos bíblicos, podemos discernir que el caso real a considerar tiene que ver con el entorno de nuestra propia vida. A todo el mundo se le ha dado la oportunidad de conocer a Dios y cada uno debe decidir qué hacer con este conocimiento. Los que lo rechazan a él y sus valores, a menudo sienten que la vida no es digna de ser vivida y quieren acabar con la suya. Sin embargo, no todo suicidio es el resultado de rechazar a Dios. Hay otros factores sobre los cuales uno pierde el control, como el estrés, la soledad, la traición, la vergüenza, la depresión, las enfermedades mentales o las enfermedades terminales.
Aunque no entendemos en forma completa las causas y motivaciones que llevan al suicidio, como adventistas podemos afirmar tres importantes principios.
Primero, debemos reconocer que la vida es preciosa y que es un don de Dios para ser vivida a través de su gracia por medio de la fe.
Segundo, cuando encontramos a alguien con pensamientos de autodestrucción, tenemos la obligación de ministrar a esa persona.
Tercero, debemos entender que no nos pertenece el juzgar. Aun cuando estemos ejerciendo un ministerio de amor y ternura para con los implicados, no estamos investidos de autoridad para emitir juicio de que alguien ha cometido el pecado máximo.
Datos importantes
- La mayoría de las personas que cometen suicidio han dado indicaciones verbales o lo han expresado por medio de la modificación de su conducta.
- Tienen un sentido de ambivalencia acerca de la vida y la muerte. No desean la muerte, pero prefieren no seguir viviendo bajo las circunstancias presentes.
- La mayoría de las personas suicidas lo son sólo por un corto período de tiempo.
- El suicidio ocurre en todas las clases sociales.
- Los suicidas podrán ser muy infelices, pero no son enfermos mentales.
- Tres de cada cinco mujeres intentan el suicidio, pero los hombres tienen de tres a cinco veces más probabilidad de lograr el suicidio.
- Aunque las tendencias suicidas no se pueden rastrear genéticamente, las tendencias suicidas aparecen más en unas familias que en otras.
- Aun cuando la depresión se asocia generalmente con el suicidio, hay muchas otras emociones que pueden estar relacionadas con el suicidio, tales como la venganza y la ira.
- El suicidio y el uso del alcohol están estrechamente relacionados.
- El pedir que alguien exprese su opinión sobre el suicidio debe ser un motivo de preocupación y puede ser un factor importante para prevenirlo.
- Los casos de suicidio aumentan con la edad y son muy altos en los ancianos.
- Las mujeres usan con más probabilidad las armas que las drogas para suicidarse.
Margaret T. Lawrence y John R. Ureda, “Student Recognition of the Response to Suicidal Peers”. Suicide and Life Threatening Behavior 20 (Verano de 1990), p.166.
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Judy Cushman está cursando sus estudios de maestría en matrimonio y orientación familiar en la Universidad de Loma Linda, California. Su dirección es: 35512 Rodeo Rd; Yucaipa, Ca 92399; EE. UU. de N.A.
Notas y referencias
1. Ira David Welch, Encountering Death: Structured Activities for Death Awareness (Muncie, Ind.: Accelerated Development Inc., 1991), p. 133.
2. M. David Rudd, “The Prevalence of Suicidal Ideation Among College Students,” Suicide and Life Threatening Behavior, (Verano de 1989) 19:2, pp. 174-178.
3. Howard Rosenthal, Not With My Life I Don’t: Preventing Your Suicide and That of Others (Muncie, Ind.: Accelerated Development Inc., 1988), p. 76.
4. Rosenthal, p. 81.
5. Rudd, p. 180.
6. Philip W. Meilman, Janice A. Pattis y Deanna Kraus-Zeilmann, “Suicide Attempts and Threats on One College Campus: Policy and Practice,” Journal of American College Health, 42 (January 1994), p. 152.
7. Sherry L. Whatley y James R. Clopton, “Social Support and Suicidal Ideation in College Students,” Psychological Reports, 71 (1992), pp. 1123-1127.
8. George Domino, Sushila Niles y Sunita Deviraj, “Attitudes Toward Suicide: A Cross-Cultural Comparison of Singaporean and Australian University Students,” Omega, 28:2, pp. 126-134.
9. George Domino, Janet Catherine MacGregor y Mo Therese Hannah, “Collegiate Attitudes Toward Suicide: New Zealand and United States”, Omega, 19:4, pp. 355-360.
10. George Domino y Yoshitomo Takahasi, “Attitudes Toward Suicide in Japanese and American Medical Students”, Suicide and Life-Threatening Behavior, 21 (Invierno de 1991), p. 346.
11. Dr. Adityanjee, “Suicide Attempts and Suicides in India: Cross-Cultural Aspects”, International Journal of Social Psychiatry, 32 (Verano de 1986), pp. 65-70.
12. Frank Trovato, “A Durkheimian Analysis of Youth Suicide: Canada, 1971 and 1981”, Suicide and Life-Threatening Behavior, 22 (Invierno de 1992), pp. 415-416.
13. Rosenthal, pp. 36-47.
14. Elena G. White, Patriarcas y profetas, (Washington, D.C.: Review and Herald Publ. Assn., 1958), p. 737.
15. White, El Deseado de todas las gentes (Washington, D.C.: Review and Herald Publ. Assn., 1958), p. 670.
16. Id., p. 669.
17. Id., p. 687, 688.
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